Calles secretas, de Pierre Mac Orlan, publicado por entregas en 1934, es uno de los grandes reportajes del siglo XX sobre la mala vida y la hez social durante los convulsos y fascinantes años de entreguerras. Pierre Mac Orlan (1882-1970), auténtico y último aventurero venerado por Boris Vian, Raymond Queneau, Blaise Cendrars o Guy Debord, entre tantos otros, fue uno de los mejores escritores de su tiempo. Su ojo, casi clínico, en crónicas en los que desarrolló su singular estilo -que describió como «fantástico social»-, lo condujo hasta las calles más sórdidas y los abismos urbanos más tenebrosos, visitando covachas, prostíbulos y tabernas para encontrarse con los personajes que aparecen en este prodigioso ensayo, nunca antes publicado en castellano: parias con cicatrices y vidas de penalidades y navajazos, muchas putas y no pocos chulos (entre llamadas a la Mezquita o bandas de apaches) y legionarios -con los que confraternizó- en busca de una buena muerte. «Ya en decadencia -escribe en Calles secretas-, he reanudado la ruta que seguí "en los tiempos de mi loca juventud". Me he tropezado de nuevo con el leg