El caballo se comunica a través de un lenguaje corporal, silencioso, por medio de señales, posturas, resonancias energéticas, también de un lenguaje químico y en menor medida por vocalizaciones propias de su especie. Para comprenderlos es necesario conocer ese mundo comunicativo y para curarlos cuando se enferman hay que trabajar tanto el plano físico como el anímico y el energético. La autora ha desarrollado una terapia integradora basada en la comunicación con el caballo, gracias a la cual trabaja con ellos en planos profundos y sutiles. Es decir, que, además de tratar su sintomatología clínica, trabaja con su estado de ánimo en busca de la resolución de conflictos para devolverles su dignidad animal, muy despreciada en algunos ámbitos, donde los caballos son tratados como máquinas al servicio del ego cuando se cierran los ojos a sus necesidades. La medicina homeopática, la acupresión, las técnicas corporales, la etología o el reiki forman parte de esta terapia integral y ofrecen un modo de comunicación que posibilita tratar al animal como un todo.