No solo el lenguaje sino las palabras todas, por únicas que nos aparezcan, por solas que vayan y por inesperada que sea su aparición, aluden a una palabra perdida, la que se siente y se sabe de inmediato, en angustia a veces y en una especie de alborear que la anuncia palpitando por momentos. Y también se la siente latiendo en el fondo de la respiración misma del corazón que la guarda, prenda de lo que la esperanza no acierta a imaginar… María Zambrano