Ezequiel Kopel hace un trabajo preciso y eficiente para comprender en muy pocos capítulos la crisis que desde hace casi un siglo conmociona a Medio Oriente. Su estudio se remonta a la caída del Imperio Otomano y demuestra cómo la sucesión de injerencias llevada adelante por las diferentes potencias en la región convirtieron el mapa político en un juego de difícil resolución. "Las grandes potencias han tenido un enorme impacto en la economía política y las ideologías de la región. No hay dudas de que Medio Oriente tendría una izquierda mucho más fuerte si Estados Unidos no hubiera conspirado para destruirla, como fue en los casos de Irak e Irán. La potencia norteamericana utilizó su poderío industrial y militar para intervenir en la región y mantenerla alineada, así como para convertirla en un lugar propicio para la inversión internacional y los intereses de las corporaciones extranjeras. Aunque, cabe destacar, esta situación no hubiera sido posible a través de los años sin la inestimable ayuda de los líderes autóctonos", describe Kopel. Y augura con lucidez: "No hace falta ser pesimista para afirmar que la situación va camino a empeorar en un Medio Oriente donde pocas veces hay ganadores".