En los años 60 se definía una disciplina científica, la Arqueología industrial cuya finalidad es el descubrimiento, la catalogación y el estudio de los restos físicos del pasado industrial para conocer a través de ellos aspectos de las condiciones del trabajo, de los procesos técnicos y de los procesos productivos. La nueva disciplina adopta la metodología de la Arqueología para investigar, analizar, interpretar, registrar y preservar los restos industriales. Se entiende como industrial toda actividad productiva cuyos vestigios materiales consisten en edificios, instalaciones, maquinaria e infraestructuras.Esos elementos no se estudian aisladamente sino, según el método arqueológico, en su contexto que constituye la estructura histórica de un territorio, una estructura social, un determinado proceso de producción, un concreto sistema tecnológico. La Arqueología industrial había de darnos una visión amplia y totalizadora de la industrialización o la era mecánica de la producción capitalista, de sus significados y sus consecuencias. Con ella se establecía una determinada organización de la producción y una complejidad tecnológica creciente, surgía un nuevo tipo de fábrica y de vivienda, se definía el edifico funcional. Se había llevado a cabo la gran transformación de la imagen de las ciudades con la instalación de las nuevas actividades y la construcción en gran extensión de vivienda obrera en la periferia de la ciudad burguesa