A partir de la premisa de que el cuidado es un modo de repuesta ante el desmantelamiento de lo público y lo social, Fabienne Brugère revindica desde una perspectiva feminista la labor que históricamente han tenido las mujeres y reformula ese quehacer más allá del determinismo histórico que acusa las profundas desigualdades entre hombres y mujeres. La rehabilitación del cuidado en la sociedad, a diferencia de la moral y su carácter universalista, supone el reconocimiento de que las personas se necesitan reciprocamente. El ideal de autonomia, desde la perspectiva de Brugère, solo es posible gracias a quienes otorgan cuidado en la medida en que este último es clave del buen vivir. Así, el maternaje, lejos de ser un hecho biológico, es una función que supone la revisión de cómo nos relacionamos y cuáles son nuestras responsabilidades.