En 1976, el filósofo inglés Perry Anderson invitaba al «marxismo occidental» a declarar su distancia e independencia con respecto a la caricatura del marxismo representado por los países oficialmente marxistas y socialistas del Este. Por su parte, en plena Guerra Fría y ante el éxito del comunismo como fuerza directriz de las revoluciones anticoloniales, el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty se preguntaba dónde había quedado el comunismo que debía edificar el «proletariado occidental», el cual aspiró a la disolución del aparato del Estado. ¿No sucedía más bien que el marxismo occidental había faltado a su cita con las luchas anticoloniales? La escisión entre marxismo occidental y marxismo oriental quizá no se deba, como sostenía Anderson, a la autocracia estaliniana, sino que podría remontarse a los decisivos días de 1917, a pesar de la aparente unidad de ambos ante la carnicería de la guerra mundial y en contra del sistema capitalista-imperialista. ¿Y si esta brecha obedeciese a los límites teóricos y políticos del marxismo occidental, a pesar de hallarse tan bien pertrechado en el plano académico? El estudio de su historia política y filosófica permite plantear las perspectivas de un renacimiento sobre nuevas bases del marxismo en Occidente.