La palabra conductora de este revelador texto de Ibn;Araby es «viaje». Se trata del viaje de las criaturas y de las esferas celestes, además del viaje del alma de los hombres y de los enviados divinos, cuyo cometido fue en las distintas sociedades y circunstancias dar a conocer la Profecía monoteísta. Pero también va mucho más allá, ya que, sin apartarse de su ortodoxa intención sunní, el autor desvela una noción de radical importancia ontológica: el que también, de alguna manera, la divinidad «viaja» en forma de Aliento a través de una «Creación renovada en cada instante». Este concepto, que tendrá una gran importancia en el sufismo de corte «akbariano», se encuentra muy lejano de Dios como motor inmóvil de la tradición aristotélica, tanto oriental como occidental, al tiempo que halla inquietantes paralelismos con los últimos descubrimientos de la astronomía tocantes a la expansión acelerada del cosmos. También, los capítulos de este libro tratan sobre las circunstancias más reveladoras del «viaje» de los profetas de las tres religiones monoteístas, ofreciendo toda una metáfora espiritual del camino material recorrido por éstos y que, para la posteridad, han quedado como símbolos in fieri del desarrollo espiritual en la condición humana.