Instalada en la casa que heredó de su padre y con la sola compañía de una pariente anciana, Eszter es una mujer soltera que vive con la placidez y tranquilidad de quien ha logrado adaptarse a lo que la vida le ha deparado. Hasta que un día, inesperadamente, recibe un telegrama de Lajos, viejo amigo de la familia, anunciando su inminente visita. Canalla encantador y sin escrúpulos, cuyas magníficas dotes de actor le confieren un poder de seducción irresistible, Lajos no sólo traicionó a Eszter, sino que también destruyó a su familia y les quitó todo lo que poseían, salvo la casa en la que viven y cuyo jardín es su único y escaso medio de subsistencia. Ahora, tras una prolongada ausencia, Lajos regresa y Eszter se prepara para recibirlo conmovida por un torbellino de sentimientos contradictorios. Con la inevitabilidad del destino como eje central de la narración, La herencia de Eszter se desarrolla de una forma totalmente inesperada y paradójica. El vividor y mentiroso Lajos, con su inagotable energía, es un vendaval de vitalidad, alegría y pasión por la vida que sólo por el hecho de existir pone permanentemente en entredicho la aparente solidez de las convenciones morales más arraigadas. Escrita en 1939, tres años antes de El último encuentro, con la misma prosa depurada y precisa que ha admirado a miles de lectores, esta novela es una pequeña joya que merece su lugar entre las mejores obras literarias del siglo XX.