Los Mandalas sintetizan de forma simbólica la estructura de la vida misma, presente en y alrededor de nosotros, abarcando tanto lo conciente como lo inconsciente. Con ellos se recupera la idea del pensamiento contenido dentro de un círculo. Para muchos, los Mandalas están unidos a las prácticas espirituales orientales ya que son una puerta de entrada en la interioridad, la conciencia de uno mismo, un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente de quien medita en ellos. Unidas estas dos vivencias se llegó a la conclusión de que los Mandalas "son una herramienta muy eficaz porque toca lo más profundo del ser".