La obra de Zorrilla no fue tanto fuente sino catarata que inspiró a docenas de autores dramáticos a lo largo del siglo XIX y bien entrado el siglo XX. (...)Desde el principio el autor concibió una obra profundamente cristiana, una obra que marcara el contraste entre el pagano mundo romántico que dominaba las tablas españolas de su época y una nueva visión armónica del mundo.(...)Zorrilla adoptó brillantemente, para su obra, elementos de otros dramas y de otros géneros literarios.