La desobediencia nunca ha tenido «buena prensa». Nos han educado para obedecer y para aceptar sin protestar las figuras de autoridad, ya sea nuestros padres, maestros, jefes o gobernantes, entre otros. Por ello, a veces tendemos a someternos a sus mandatos sin plantearnos cómo nos afecta personal y colectivamente esta obediencia. En «Desobediencia emocional» se plantea una valiente reflexión sobre los impactos de una obediencia acrítica o ciega, en la salud y bienestar de las personas y en la supervivencia y bienestar como sociedad, y se reivindica la incorporación de la desobediencia emocional como una de las competencias emocionales necesarias a educar. Porque no se trata de desobedecer de forma impulsiva, sino de hacerlo desde el espíritu crítico, la reflexión y atendiendo a nuestro corazón y sentido de vida. Este libro es también una llamada a educar a las futuras generaciones para que aprendan a desobedecer emocionalmente a todo aquello que atente contra la vida, que violente, someta, reduzca, estereotipe y nos impida ejercer nuestra libertad, autonomía personal y paz colectiva. A la vez, es una apuesta por la esperanza, porque todos podemos ser este boomerang que no sigue la ruta prevista porque elige libertad.