Para disfrutar de un buen baile por alegrías, no hacen falta saberes. Para emocionarse con un taranto, una soleá o una seguiriya, tampoco. Tan solo se precisa sensibilidad humana y artística. Si además se tiene intuición estética para las formas, se puede apreciar, aunque sea de una forma más o menos superficial e incompleta, la maestría de los intérpretes. Sin embargo, si lo que se quiere es valorar con rigor un baile, no es suficiente la sensibilidad ni la intuición. Se necesitan conocimientos. Hay que conocer todo el acervo acumulado de formas y movimientos que constituye hoy el patrimonio de la danza jonda. Este libro enumera, clasifica y describe todas estas figuras, pasos, movimientos y mudanzas, a pesar de la escasa e irregular nomenclatura existente. El baile flamenco no es la interpretación de unos pasos y mudanzas ejecutados sin orden ni concierto;los bailes tienen una estructura con unos momentos coreográficos que, cuando están bien medidos y dispuestos, aumentan su atractivo, haciéndolos más variados y llamativos. Describir estos momentos y todos sus elementos es el objetivo central de este trabajo. Estos saberes, imprescindibles para un juicio objetivo y riguroso, permiten y potencian a su vez un disfrute más sofisticado e intelectual, pero sobre todo hacen más completa e intensa la experiencia ante el baile flamenco.