Manuel un día se puso a correr y le mordió un perro en las nalgas. A partir de ese día, Manuel decidió escribir y dibujar. En ese orden. A esa doble intención la llamó «dibujofrase». El «dibujofrase» es también la historia de una búsqueda insaciable. La palabra, al reconocerse en falta, necesita del dibujo para completar su función comunicativa. Esa convivencia adúltera se nos presenta, en estas páginas, como una verdadera historia de amor y de humor. Es del amor y del humor de lo que Manuel nos ha venido a hablar en este libro. Y os aseguramos que, aunque ya lo hayáis terminado, vais a regresar una y otra vez a sus páginas.