Este no es un libro de historia de la arquitectura al uso. No trata estilos ni etapas constructivas. La visión que aquí se propone poco tiene que ver con el estudio formal de la arquitectura;pero tampoco lo hace con su interpretación simbólica. Apuesta por una dimensión transversal de la historia del espacio desde su uso y sus transformaciones, a través de las constantes que realmente pudieron determinar la construcción de un edificio: la liturgia, la historia institucional y ceremonial, las fiestas locales o la vida cotidiana. Cada catedral fue una entidad autónoma que se rigió por leyes y estatutos propios que también afectaron a su historia arquitectónica y funcional. Desde la perspectiva del clero, la catedral se concentraba entre el altar mayor y el coro, con la organización del culto y sus posibles escenarios. Para reyes y autoridades, la catedral era el marco en el que justificar los orígenes divinos de su gobierno, en tanto que, para los fieles, la catedral era el gran edificio que albergaba sus señas de identidad, entre las celebraciones y los santos de su devoción;un eslabón arquitectónico entre tierra y cielo. Y con el paso del tiempo y las cambiantes necesidades de sus habitantes, los usos del espacio catedralicio cambiaban y se alteraban. Es, al fin y al cabo, la historia de un espacio edificado en constante transformación.