Vivir es aceptar el frío. Pero también por ello existe la poesía, para dejar constancia de la temperatura de lo humano, de todo lo humano, más allá de los momentos, las geografías y los gestos más cálidos y apetecibles.Pedro Casamayor ha dejado atrás concepciones de la poesía mucho más complacientes, idealizadas o hasta impostadas para dar comienzo a su andadura como autor editó a partir del punto en que ha descubierto la profundidad contenida en la realidad, así como la belleza de esa profundidad.Hay, en estos Conciertos del frío de Pedro Casamayor, lo que la mayoría de los lectores de poesía buscamos en un buen libro: una honestidad brutal y una belleza a veces desoladora, casi invertebrada.