Kim Gordon dio a luz a principios de los 80, junto con el que sería su marido, Thurston Moore, y el guitarrista Lee Ranaldo, a uno de los grupos más innovadores, influyentes y prolíficos de la escena musical independiente norteamericana, Sonic Youth. «La chica del grupo» es el relato en primera persona de uno de los grandes iconos femeninos del rock, una mujer que, como Patti Smith, Janis Joplin o Marianne Faithfull, supo encontrar su lugar en un mundo fundamentalmente masculino y, a menudo, sexista. Dotada de un singular talento e inquietud para lo creativo desde su temprana juventud, Kim Gordon narra en estas apasionantes memorias el devenir de una vida dedicada a la música, al arte -su obra artística, entre la pintura y la instalación, ha sido expuesta en relevantes galerías-, la moda -fue una de las creadoras de la marca X-Girl- y, en menor medida, la interpretación -ha trabajado como actriz a las órdenes de directores como Gus Van Sant, Olivier Assayas o Todd Haynes-, pero también su fecunda historia de amor con Thurston Moore. Sin embargo, la que fuera una de las parejas del rock más longevas y creativas se disolvió tras veintisiete años de matrimonio, poniendo también punto y final a la trayectoria de un grupo que marcó un antes y un después en la música alternativa de los 80 y los 90. Gordon relata con una angustia aún latente cuando descubrió que su marido la engañaba con otra mujer y cómo, después de una retahíla de engaños y mentiras, decidió separarse de él definitivamente. Kim Gordon también rememora la electrizante escena musical y artística de Nueva York y algunas de las canciones más celebradas y perdurables de Sonic Youth como «Death Valley ´69», «Schizophrenia» o «Kool Thing», y recuerda con especial cariño su cálida amistad con Kurt Cobain, el líder de Nirvana. «La chica del grupo» explora de manera inteligente y crítica el punto de vista de una mujer que supo abrirse paso en un mundo donde aún hoy prevalece la testosterona, así como también las dificultades que acarrea traer una hija al mundo, conciliar la maternidad con las exigencias de la vida del rock y el arte, y la necesidad de encontrar un espacio propio donde dar rienda suelta a la libertad creativa.