En 1919, Walter Gropius fundó en Weimar (Alemania) la Staatliche Bauhaus: un lugar para la construcción. El proyecto nació como una escuela utópica en la que formar, integrando diversas disciplinas artísticas a través del objeto y la arquitectura, a los nuevos artesanos que se demandarían para un principio de siglo arrollador. Una idea que evolucionaría hacía el diseño a partir de su sede en Dessau con el célebre "arte y teconología: una nueva unidad". Apostaron por una comprensión social y funcional del arte, a través de un profundo compromiso ético y estético que hacía frente a la deshumanización inherente a la sociedad industrial de entreguerras. Las repercusiones culturales, sociales, pedagógicas y artísticas que logró esta singular institución alcanzaron una trascendencia general que obligó a las autoridades prusianas del Partido Nazi a clausurarla en 1933, en su última sede en Berlín. Con todo, el reconocimiento intelectual de la Bauhaus es un hecho que se centró históricamente en sus protagonistas masculinos, olvidando a una serie de mujeres artistas, diseñadoras, escenógrafas, pintoras o arquitectas allí formadas que contribuyeron de forma decisiva a esta revolución, y cuya labor en el imaginario sobre la Bauhaus ha permanecido invisible, a pesar de desarrollar sus respectivas trayectorias profesionales con un impacto internacional incuestionable. Con esta obra, Marisa Vadillo cubre ese vacío completando la realidad de la escuela al contar el papel destacado de estas autoras fundamentales en un episodio irrepetible del arte del siglo XX: Gunta St"lzl, Anni Albers, Margarete Leischner, Otti Berger, Margarete Reichardt, Else M"gelin, Marianne Brandt, Alma Buscher, Marguerite Wildenhain-Friedlander, Grete Heymann-Marks, Ilse Fehling, Wera Meyer-Waldeck o Annemarie Mauck.