La poesía tiene esa capacidad exploratoria que le permite adentrarse en lo insólito con tanta naturalidad como lo hacen los sueños. El simbolismo de las escenas surrealistas que a menudo nos proporciona lo cotidiano encuentra en el lenguaje poético una herramienta preciosa para levantar acta de esas cosas extrañas que sin embargo ocurren. Si entrecerramos los ojos para que se produzca la necesaria distorsión podremos presenciar escenas inauditas de una realidad que no sólo nos rodea sino que nos invade como una enfermedad espeluznante y fabulosa.