Tal como relató Félix Grande, antes de visitar el campo de Auschwitz-Birkenau ya había viajado en otras dos ocasiones a Polonia, pero no había acudido al campo de concentración "quizá por cobardía". Cuando lo hizo "creía que conocía prácticamente todo el horror que había allí", pero no fue así. Lo que más le sobrecogió fue la enorme mata de pelo de mujer que se exponía en un escaparate de cristal. El Ejército Soviético encontró, al proceder a la liberación del Campo, cerca de 7000 kg de pelo humano empaquetado. Los nazis no tuvieron ya tiempo de enviarlo a las fábricas situadas en Baviera, para su transformación. Si el silencio es una alternativa cuando la palabra miente, como señalaba Steiner, también el lenguaje puede desvelar la verdad de lo inenarrable. JUAN JOSÉ LANZ