La llegada del cinematógrafo reconfigura las dimensiones y los movimientos de la representación. En el tiempo de los pioneros, mientras se define el genio del nuevo siglo, la imagen en movimiento se inspira en los cuadros del teatro y sus particularidades para conformar parte de su identidad y convertirse en una subjetiva estructura de narración. Así, la trascendente relación de las dos expresiones artísticas es tan extensa como la propia historia del nuevo arte, si no más. A lo largo de su heterodoxa crónica, el cine se aproxima al universo del teatro y a sus figuras, estableciendo, una y otra vez, diálogos dimensionales y juegos de espejos. Estas aproximaciones pueden organizarse en diferentes etapas, desde la reverente idolatría de los primeros años del cine hablado hasta la desaparición de las fronteras y la aparición de ese lenguaje artístico múltiple que, ahora, en la década de los veinte del siglo XXI, al fin, empezamos a descubrir. El presente volumen propone una observación de la compleja relación entre el cine y el teatro a través del estudio de medio centenar de películas localizadas, de un modo u otro, al otro lado del telón.