Junio de 1937, Mola muere al estrellarse el avión en el que viajaba a Burgos. Treinta minutos después de conocerse la noticia, desaparecen los diarios personales que el general guardaba tanto en su Cuartel General de Vitoria como en el Gobierno Militar de Pamplona. Esos documentos atesoraban información sensible que su viuda, Consuelo Bascón, quiere recuperar a toda costa, porque pueden servirle para proteger su vida y la de su familia. Bascón siente que están en peligro, convencida de que la muerte de su marido ha sido un asesinato y no un accidente, como sostiene la versión oficial. Para localizar, al menos, el diario guardado en Pamplona, la viuda de Mola acude a Raimundo García, Garcilaso, director de Diario de Navarra, quien emprenderá la búsqueda de una información especialmente comprometida para los impulsores del Alzamiento, entre los que figura el propio periodista. De esta manera comienza una investigación que llevarán a cabo un carlista, Fermín Subiza, y un falangista, Javier Liberri, que desvelará hechos que han permanecido ocultos y que se desarrolla en una capital navarra marcada por la represión desatada por los sublevados en julio de 1936. El cura Marino Ayerra, Galo Vierge, Félix Maiz y la madame La Turca son algunos de los testigos de aquella época que desfilan por esta trama en la que ficción y realidad se entremezclan para recrear una etapa que, 86 años después, sigue marcando el presente.