En agosto de 1978, un hombre disparó mortalmente contra Dirk Hamer, de 19 años, mientras el joven dormía. Dos meses después de su muerte, a su padre le detectaron un cáncer de testículo. Un diagnóstico más, de no haber sido porque se trataba del doctor Hamer, un médico internista que empezó a preguntarse: ´Mi cáncer, ¿no tendrá relación con la pérdida de mi hijo?´ Investigó en sus pacientes oncológicos y descubrió que en toda enfermedad interviene la psique: colabora con el cuerpo para provocarla y puede curarla. Sobre esta base levantó su Nueva Medicina Germánica con sus cinco leyes biológicas. Una visión radicalmente distinta y revolucionaria, capaz de dinamitar los pilares de la ciencia médica. Le quitaron la licencia. Intentaron declararle loco. Lo persiguieron, detuvieron, procesaron... Lo metieron en la cárcel. Pero él nunca renegó de su descubrimiento. Murió convencido de que su Nueva Medicina sería la medicina del futuro. ¿Era un iluminado? ¿Un loco? ¿O un tuerto en el país de los ciegos?