El gran peligro del poema en prosa suele ser que: o se inclina mucho por el lirismo del lenguaje hasta hacerse ininteligible y hermético o carga el peso sobre la narratividad y deja de ser poema para convertirse sólo en descripción. Ninguna de ambas cosas sucede en Diario de un recluso. El poeta consigue un extraño y difícil equilibrio. La sabiduría con que dosifica esa mezcla de géneros literarios: el lirismo poético de las imágenes;la aproximación culta, sin excesos culturalistas y la concepción del poema como piezas narrativas de pequeñas historias cerradas, consiguen un libro de gran fuerza poética, que ofrece además una doble lectura, de los poemas individualizados y del libro como conjunto, además de varios niveles semánticos de significación, en función de que se conozcan o no las sutilezas de los referentes.Amalia Iglesias Serna