La niña no podía hablar. Su padre se había marchado llevándose las palabras. Llegar a decir sorteando el silencio es una posible definición de la poesía. Pero la niña, Marina Oroza, no supo hasta mucho después que su padre era Carlos Oroza (Vivero, 1923 û Vigo, 2015), el poeta beatnik español, como decían quienes asistieron a sus recitales en el Madrid de los años sesenta y ochenta. Mucho tiempo después, cuando Marina Oroza había iniciado una carrera de actriz, poeta y performer, dueña de una voz de poderosa personalidad, empezó a buscarle. Este libro es el fiel testimonio de ese ajuste de cuentas y de cuentos. Desgarrado, desnudo, veraz, dicho en una lengua poética de voltaje especialmente intenso