En La puerta de Oriente, Fridman es de nuevo embarcado a la fuerza en una misión que transcurre en la misteriosa y sugestiva Estambul, recreada por Giardino con una depuración de líneas y detalles que alcanza, como siempre en él, la simple y compleja perfección. En este caso, la historia vuelve a beber de las fuentes del mejor le Carré y nos cuenta la cacería de un fugitivo de la Unión Soviética cuyos conocimientos de aeronáutica y aviación se disputan varios países.