Gerard Enterría es un joven ingeniero de sistemas francés, hijo de un campesino español emigrado en Burdeos en los años sesenta del pasado siglo XX. Tras la muerte de su padre se enfrenta al compromiso adquirido con él: no abandonar a su suerte la casa familiar, el eslabón fundamental de su linaje, lo único que, según su padre, "puede mantener a los Enterría con los pies en la tierra". Por ello se verá atrapado por una trascendente decisión: tiene que elegir entre continuar con la exitosa carrera profesional como ingeniero de Renault o cumplir con el compromiso adquirido con su padre por detener la decadencia en la que está sumida la comunidad campesina de la que es originaria su familia. Finalmente decide regresar al pueblo e implicarse en el diseño de un prototipo de desarrollo local de economía campesina con el que integrar a la aldea en la sociedad contemporánea. La casa de mi padre es, por una parte, una propuesta narrativa que combinando recursos propios de la novela, el ensayo y el libro de texto, aspira a convertirse en una herramienta multiusos que sirve al agente de desarrollo local, a los responsables políticos e institucionales, a los estudiantes universitarios de ingenierías, historia, antropología, veterinaria, biología, geografía... a los técnicos, a los científicos, a los conservacionistas y, sobre todo, a los paisanos, a los vecinos, a los herederos de la cultura campesina y a sus hijos qeu ahora viven en la ciudad. Y es también una propuesta metodológica, un manual de estilo, un ejercicio futurista para diseñar la gestión de los territorios campesinos en el siglo XXI y, por ello, se convierte en una teoría de economía campesina posindustrial con la que abrir una puerta a la esperanza para evitar lo que ahora parece inevitable: que desaparezcan de nuestra memoria los miles de pueblos, casas, aldeas, tierras y montañas de las que salieron emigrados nuestros padres para buscarnos un futuro mejor.