La India es el único país del mundo donde se puede ver en la calle los misterios y la filosofía relatados en epopeyas hace miles de años y en el que sus gentes adoran a unos dioses contemporáneos del Olimpo griego. El viajero por el norte de India se sentirá en un macrocosmos de olor a curry, canela, cardamomo y boñiga de vaca sagrada y teñido de los mil colores de los saris de las indias. Y como banda sonora, una orquesta cósmica compuesta de rezos a Rama o Shiva, de plegarias a Alá, de la música de los bazares o de las películas de buenos y malos, y de los gritos de los vendedores de té, frutas o galletas. En un periplo por esta región del Subcontinente Indio se pueden atravesar desiertos, escalar o hacer trekkings en el Himalaya, asistir a cursos de budismo o de yoga, aprender a tocar el sitar, recorrer los parques nacionales y tratar de ver los últimos tigres del planeta, vivir en modestas pensiones o en los hoteles de lujo oriental o visitar innumerables restos históricos. Os encantará el norte de India, una zona apacible, segura, comunicada por una buena red ferroviaria, unos autobuses que llegan a cualquier parte y unos aviones que se agradecen cuando el tiempo apremia. Pero no hay que olvidarse de conocer a sus gentes. Practican una cultura que antecede en varios miles de años a la nuestra y en el último mendigo se encuentra a un filósofo.