El pensamiento político de Locke sigue siendo uno de los pilares de los modernos regímenes democráticos. En su Segundo ensayo sobre el gobierno civil, de 1689, Locke propuso las líneas fundamentales de una constitución representativa: el poder supremo es el representado por el cuerpo legislativo, representando a los ciudadanos, y el poder ejecutivo tiene como función garantizar la ejecución de las leyes. Solo las leyes pueden ser el alma del Estado y mientras estén vigentes, todos deberán acatarlas por igual. John Locke (1632-1704) filósofo y médico inglés, es uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés, conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico».