Diego de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es para muchos el pintor más importante que ha existido. Cultivó todos los géneros con una facilidad increíble: bodegones, mitología, paisaje, pintura religiosa, desnudo..., pero fue en el arte del retrato donde alcanzó una maestría insuperable. Pintor de la Corona y amigo del rey Felipe IV desde los 24 años, Velázquez fue un hombre tranquilo, discreto, familiar, alejado de las extravagancias tan habituales entre los genios. Dejó para la posteridad la mejor obra jamás pintada: Las meninas. Con su trabajo dignificó la profesión de pintor, apenas valorada socialmente hasta que llegó él y asombró al mundo.