En 1945, en plena batalla de Berlín, un grupo de 36 españoles republicanos se encontraban en la capital alemana para ocupar la abandonada embajada franquista. La mayoría de estos hombres habían sufrido el exilio y las penalidades de la Guerra Civil española y la humillación de los campos de concentración franceses. Motivados por el hambre, unos viajaron a Alemania a trabajar, mientras que a otros los forzaron a ejercer de mano de obra esclava. En mitad del colapso alemán, optaron por combatir contra el fascismo e izar la bandera tricolor en el complejo diplomático. Sin embargo, los soviéticos decidieron detenerlos sin motivo aparente y recluirlos en un Gulag. Nada más llegar allí, en medio del más remoto de los parajes posible, y tras un interminable viaje en tren de varios días, se encontraron con otros compatriotas españoles que, brazo en alto, le saludaron al grito de «¡Arriba España!»