«Migré a la isla en 1970 y apenas me moví de allí hasta 1984, cuando una alianza de maleantes y policías sugirió poner tierra de por medio. Superado aquel mal trago, llevo años pasando buena parte de septiembre en un simpático hostal de Salinas, algo que permite no andar demasiado en la higuera sobre el hoy de mi patria adoptiva otrora. Tengo por evidente que escribir sobre uno mismo plancha al sujeto con el objeto, y si no linda con la indiscreción corteja el vacío. Sin embargo, las metamorfosis de Ibiza quizá permiten pasar del género autobiográfico a perfiles de una realidad propiamente dicha, difusos en otro caso, y con eso como brújula preciso algunos recuerdos y datos...»