«Dedico este libro a todos los angustiados, los perdidos, los inquietos, los fragmentados.» Hay muchos prejuicios en torno a las emociones, y sobre ellas pesa una gran condena: la de considerarlas vergonzosas, un signo de debilidad. Sin embargo, según la filósofa Ilaria Gaspari y al contrario de lo que se suele pensar, ser una persona emotiva no implica inestabilidad o desequilibrios, simplemente significa estar viva, mostrarse abierta y vulnerable a las experiencias del mundo. La autora realiza un recorrido a través de algunas de nuestras emociones, como la nostalgia, la angustia, la envidia, el remordimiento, los celos, la antipatía y la gratitud, en una guía que, ante todo, nos muestra que las palabras que utilizamos para expresar nuestros males tienen una historia: la de todas las personas que las han vivido, dicho, cantado, estudiado. Tomando como referencia la literatura y a los más grandes filósofos de nuestra civilización, en Pequeño manual filosófico para personas emotivas descubriremos que lo más íntimo también es universal, que las emociones nos sitúan en el linaje de la humanidad y la autora nos insta a reconocernos como seres emocionales, no para dejarnos dominar por las emociones, ni reprimirlas, sino para vivificarlas y dejarnos aconsejar por su criterio. Porque, al fin y al cabo, nuestras emociones, aquello que sentimos, es lo que nos hace humanos.