Eugène Sue inmortaliza la leyenda del judío errante con una larga novela, convertida en un relato folletinesco y publicado por entregas en un periódico de su época, en la que deja entrever una denuncia tanto de la cruda realidad de la incipiente clase obrera parisina como de la Iglesia y, en concreto, de la Compañía de Jesús