Con la novela La vorágine (1924) la imaginación del siglo XX aprendió a pensar la relación entre el ser humano y la naturaleza salvaje, que en el libro termina con la famosa, inquietante y, sobre todo, polisémica frase "¡los devoró la selva!". A la vez novela de artista, denuncia indigenista, relato autoficcional y discurso mítico con moraleja ecologista, del complejo y absorbente sistema de relatos superpuestos que propicia en el texto José Eustasio Rivera deriva una historia llena de aventuras por demás novelescas que contribuye además a enlazar la memoria a la vez histórica y mítica del descubrimiento y la conquista de América con la violencia y los infiernos presentes que va a descubrir el personaje protagonista. Y todo ello en el marco de una concepción antropocosmológica de la Naturaleza, cuyo equilibrio no se rompe sin consecuencias, y que, desde varios frentes, coloca a sus lectores ante la gran interrogación acerca del progreso civilizatorio de una Era Moderna .