Las Terapias Cognitivo-Conductuales han ido trasladando su centro de interés desde el comportamiento observable a los contenidos mentales -ideas y creencias- como fuente de emociones y comportamientos, hasta penetrar en las raíces más profundas de la motivación personal que se nutre de los valores. Y es en este punto de florecimiento de las terapias de tercera generación que Paul Gilbert formula la Terapia Centrada en la Compasión (CFT). Si tuviéramos que sintetizar brevemente la aportación de la CFT, no dudaríamos en señalar su énfasis en la dimensión social del ser humano -que, curiosamente, viene a ser la matriz de la propia dimensión individual de cada uno de nosotros- así como su enfoque evolutivo.