Maeztu, desde la óptica del siglo XXI, es considerado uno de los pensadores y ensayistas más prestigiosos de Europa. En sus escritos la expresión está al servicio del pensamiento: su prosa directa y sin artificios arropa la claridad de sus ideas. Junto a Azorín y Baroja, constituye el germen de la Generación del 98, pero es el único del grupo que siente la vergüenza por aquella España, y que anhela su regeneración mediante lo que llama un ideal nacional. En Defensa de la Hispanidad (1931) Maeztu se propone recordar a los españoles el papel jugado por España en la Historia universal, y la necesidad de un proyecto nacional para recuperar ese papel.