El periodo histórico abierto tras el golpe de Estado de 1936 -con el consiguiente despliegue de violencia política y las cuatro décadas posteriores de dictadura-, ha sido objeto de análisis académicos centrados preferentemente en desentrañar los orígenes del terror y los medios para su desarrollo y readaptación temporal. Igualmente, y en lo que hace a los tres años de guerra civil, el eje de las investigaciones se ha centrado en las víctimas de la persecución ideológica. En esta obra no se renuncia al conocimiento de lo primero ni tampoco se olvida a los sujetos pacientes de la violencia política, pero se pone el acento en el papel de los perpetradores, en los discursos del odio y en su legitimación social. El autor elige para ello un enfoque micro como el que ofrece Laguardia, una localidad alejada del frente y de holgada mayoría contrarrevolucionaria. Lo hace desde una perspectiva amplia y de largo recorrido, insertando en el relato la influencia de otros episodios en los que la violencia hizo acto de presencia, desde la invasión napoleónica hasta el terrorismo pasando por las guerras carlistas.