La historia de la teología asiste con Lutero a un cambio radical, cuyo desencadenante es la nueva forma de entender la cruz de Jesucristo. Esta conciencia clara de que se abre un tiempo diferente por completo del anterior determina, además, la vida y el pensamiento del reformador alemán. La contraculturalidad de la nueva perspectiva teológica se funda en el protagonismo de la subjetividad y en el realismo. Así, frente a la ingenuidad de no pocos teólogos antiguos y modernos, que hacen de la afirmación «Dios es amor» la clave de bóveda de su sistema dogmático, Lutero toma como punto de partida insoslayable la existencia (real) del mal y la experiencia individual de él (subjetividad). Ahora bien, en esta máquina de picar carne que es la historia universal, caracterizada por la lucha a vida o muerte de todos contra todos, Dios ha ingresado a través de su Hijo, que se entrega y abaja hasta la muerte, y muerte en cruz. Este Dios hecho hombre se ha revelado además como Cristo «Emmanuel» que desea «estar con nosotros» y comunicarse a lo largo del tiempo mediante la palabra predicada. En las comunidades de los seguidores de Cristo que peregrinan en la historia, sigue siendo posible escuchar la palabra de Dios recogida en la Biblia y degustarla condensada en la Santa Cena. Este Crucificado que ha «padecido la muerte» (Heb 2, 9) tiene, como viviente, la palabra definitiva y puede integrar el sufrimiento y la muerte de los hombres e incluirlos en el pan de cada día. Solo desde la entrega plena es posible vivir en el agradecimiento, mostrar solicitud por las demás criaturas, no perder el coraje y mantener la confianza en la gracia salvadora de Dios. Oswald Bayer (1939) es profesor emérito de teología sistemática de la Universidad de Tubinga. Pertenece a la Iglesia evangélica luterana.