El Camino de Santiago convoca a los más variados personajes, cada uno acompañado de sus particulares fantasmas y anhelos, pero el poder balsámico de la travesía actúa sobre todos ellos. Encina hubo de interrumpir su camino para despedirse de su abuela. Pero antes de reanudar la marcha que ha de llevarla a Finisterre, decide visitar a Marina, a quien la une una sólida y perenne amistad que se remonta a la infancia. Marina, aún convaleciente de un accidente que la dejó al borde de la muerte, quiere caminar junto a Encina pese a la fragilidad del estado en el que se encuentra. Juntas marcharan hacia el fin de la Tierra.