Es ésta la novela en que Conan Doyle dio a conocer al inmortal detective Sherlock Holmes, y al doctor Watson, su no menos genial narrador. Un cadáver hallado en extrañas circunstancias pone en marcha los reflejos deductivos de Holmes, mientras la policía oficial se pierde en divagaciones equivocadas o arresta a inocentes ciudadanos. Un nuevo asesinato parece complicar la historia, pero a Holmes se la aclara. Nuestro detective no sólo encuentra al asesino, sino que intuye la historia turbulenta que lo motiva: la de otros asesinatos ocurridos treinta años atrás y cuyos ecos llegan al presente, historia que constituye una segunda novela tan apasionante como la primera.