Cuando el confesionario fue sustituido por la psicoterapia, esta última siguió conservando el carácter privado e íntimo del primero. El psicólogo pasó a ser una especie de sacerdote y la consulta en una búsqueda de absolución. En el siglo XXI tanto la incredulidad moderna como las antiguas necesidades de trascendencia persisten, pero las paredes del confesonario y del consultorio han sido derribadas y ahora todos pueden ver, compartir, comentar, viralizar y cancelar: es decir, la confesión se ha vuelto espectáculo tal y como los autos de fe del Renacimiento. En este texto los jueces inquisidores son los lectores, quienes podrán leer sobre las obsesiones adultas, traumas no superados, anhelos nunca cumplidos y deseos sin satisfacer de un poeta en crisis que busca unirse a la divinidad en sus distintas formas, aun cuando la salvación jamás llegue. AUTOR Gabriel Castellanos (1984) nació en San Felipe, Venezuela. Durante sus estudios universitarios de ingeniería en Caracas obtuvo el premio de poesía Iraset Páez Urdaneta 2006. Ha vivido en Suecia y España y actualmente reside con su esposo en Berlín, Alem