Europa es ante todo una identidad antropológica. Pero también es una realidad geográfica: una península al oeste de una masa continental euroasiática, perpetuamente asediada, desde los hunos pasando por los otomanos hasta los falsos refugiados económicos que llegan hoy a Lampedusa o Lesbos. Una Europa despertada debe conocer su pasado trágico, su pasado como subcontinente y como humanidad asediada, debe recordar la voluntad de lucha de sus generaciones anteriores y las motivaciones religiosas e ideológicas de sus vecinos, amigos o enemigos. No hay política coherente posible, ni futuro estable, sin una larga memoria. Este libro pretende especialmente, y de manera didáctica, proporcionar los elementos de esa memoria que será imperativo, imperial, encontrar, bajo pena de muerte, de desaparición en la vergüenza y la miseria.