La vida de Hölderlin se divide en dos mitades exactas: sus primeros treinta y seis años y los treinta y seis que el poeta pasa en calidad de loco, hospedado con su casero. Para Agamben, el relato de esta vida solo es posible desde la crónica. La vida de Hölderlin solo puede ser objeto de una crónica, no de una investigación histórica ni mucho menos de un análisis clínico o psicológico. La verdad de una vida no puede definirse exhaustivamente con palabras, sino que de algún modo debe permanecer oculta. La verdad de una existencia demuestra ser irreductible a los sucesos y a las cosas que se presentan ante nuestros ojos. Exponer una vida según tratará de hacerlo esta crónica significa renunciar a conocerla para mantenerla en su inerme, intacta cognoscibilidad. El lector dirá si la crónica sobre la locura de Hölderlin es más verdadera que la historia.