ôSi suponemos que el oro tiene su propio kamuy, probablemente se trate de un dios maligno que solo depara calamidades a sus gentes: cualquiera que lo toque sufrirá una muerte agónica. Puede que sea la más cruel y salvaje de vuestras deidades, aunque hermosa y resplandeciente como ningunaö. Incapaz de hacer frente a las amenazas del teniente Tsurumi, Asirpa le confía la palabra clave para descifrar el enigma de los tatuajes.