La vida del ser humano, sus encuentros y desencuentros, sus amores y desamores, sus deseos escondidos y sus conflictos éticos, la búsqueda de sentido y la angustia de tantas preguntas sin respuesta conmueven y requieren al artista, cineasta o literato. De esa primera intuición poética, brotan en él la inspiración y el impulso de plasmar lo imaginado, en el cine o sobre el papel. Así, un primer chispazo nacido de la vida recorre un camino y se hace arte para deleite de un lector o espectador. la experiencia de vida que encierra el libro o la película. Dos actores, Rita Hayworth y Glenn Ford, hicieron su trabajo en un plató. Pero en el imaginario colectivo han quedado «Gilda» y «Johnny», los personajes de la obra, y el espectador vibra y se estremece al verlos arrastrados por el torbellino de sus pasiones. Y las vivencias de ellos dos, personajes de ficción que surgieron de la realidad por la mano de un artista, influyen en el espectador, en sus gustos, sus modas, su forma de andar y de vestir, su modo de actuar y su manera de pensar y vivir. Entre la vida y el arte hay «un camino de ida y vuelta». Es el viejo sendero de «deleitar enseñando».