Las tradiciones constructivas, con su mayor respeto por el medioambiente y sus recursos naturales, ofrecen soluciones para algunos de los principales retos de nuestro tiempo, tales como la desaparición progresiva de las oportunidades de empleo de calidad, la creciente generación de residuos y entornos tóxicos, la disolución del tipo de espacios públicos que están diseñados para favorecer el intercambio y la convivencia, el desequilibrio que sufre el medio rural o la persistencia de prácticas de planeamiento que conducen a una mayor dependencia del transporte privado. Mantener vivos estos conocimientos, tomarlos como referencia para la construcción, la arquitectura y el urbanismo del siglo XXI, adecuarlos a los requerimientos de nuestro tiempo y extraer de ellos cuantas lecciones siguen ofreciendo para la manera en la que diseñamos y transformamos nuestro entorno resulta ineludible para avanzar hacia la recuperación del equilibrio perdido.