Tras la muerte de su tía, la narradora afronta la penosa (y sin embargo evocadora) tarea de vaciar un apartamento repleto de fotografías descoloridas, de viejas postales, cartas, diarios íntimos e infinidad de recuerdos: el rastro de una vida, el repositorio de un siglo de existencia en Rusia. Estos fragmentos de historia personal, recopilados con absoluto esmero, relatan las vicisitudes de una familia judía de origen humilde que logró sobrevivir a la persecución implacable de su pueblo durante el pasado siglo. Stepánova firma un texto de extraordinario valor literario, en el que, entrelazando géneros, plantea una audaz reflexión sobre la historia y los mecanismos de la memoria, y donde también tienen cabida las impresiones, las remembranzas y los personajes más variopintos. Un libro sutil, inteligente y bello, impregnado de la delicadeza de la buena poesía.