Poemas sobre las tres heridas con las que se viene al mundo (la de la vida, la del amor, la de la muerte), reflexionando sobre su naturaleza inexorable.Los versos contenidos en Ni un leve trazo se han ido destilando a lo largo de casi una década a refugio de la prisa, de «la solicitación de las diarias horas» de las que hablara Vicente Aleixandre. En ellos el autor da fe de las tres heridas hernandianas con las que se viene al mundo (la de la vida, la del amor, la de la muerte), asumiéndolas, integrándolas en su experiencia, reflexionando sobre su naturaleza inexorable. Para hacerlo, David Pulido Suárez emplea la ductilidad del soneto, la contención de la décima, la expansión de la prosa y la flexibilidad versolibrista, moldes todos escogidos según lo requiere la expresión de cada idea, nunca fruto del azar o del capricho. Quien lea los poemas que recorren estas páginas hallará textos escritos desde la honestidad y la humildad del que se reconoce pasajero y que, por lo tanto, únicamente puede limitarse a levantar acta cordial, franca, de aquello que impresiona su ánimo, pues «tal vez en la memoria/ de un labio quedará con leve acento/ el nombre que albergó su breve historia». ESPUMAS TRANSITORIAS A veces, sin que sepas, yo regreso al pie de la ventana de tu casa y observo tu silueta mientras pasa detrás de la cortina de mis huesos. Entonces en la sangre noto el peso ausente de un recuerdo que me abrasa y deja consumiéndose la masa oscura de este cuerpo que va preso. Ardiendo, el paso vuelvo hacia la sombra llevándome conmigo la ceniza que aviento sobre el mar de la memoria. Un mar que se estremece si te nombra llamándote en el eco de una brisa que besa las espumas transitorias. DONDE ARDÍAS El mundo no ha cambiado. Sin embargo, la calle que camino es diferente;lo sé porque sus ecos son más largos y el cuerpo me calcina de repente. El mundo no ha cambiado. Pero cargo recuerdos cuyas ascuas en la frente envuelven la memoria en velo amargo e inflaman de pasado mi presente. El mundo sigue. Yo no soy el mismo. He vuelto, y es más triste el equipaje tan lleno de las fotos de otros días. La vida continúa. Yo me abismo soñando en el ayer de nuestro viaje: incendio inextinguible donde ardías.