Este poemario nace como cosecha de poemas desterrados, que en largos años itinerantes cristalizan las vicisitudes, observaciones, desaciertos y rutas del poeta. No espere leer poemas de amor con grandes versos rebuscados y hermosas puestas de sol. En este libro la pluma se desgarra y se adhiere a la realidad, arañándola en cada palabra. No propone otra cosa más que la poesía como el puente y el espejo. Se desmarca de las grandes ligas y vuelve a comenzar en cada escrito, en cada metáfora vivida hasta lo más hondo. Por todo ello: «La universalidad de las cosas que hablan en los poemas nos proponen una aparente complicidad con ese lector ávido de las simples -y grandes- cosas bellas».